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sábado, 15 de diciembre de 2012
Suspiros de un amor muerto
Solía
escribirte cuando dormías, donde nuestros sueños eran tan ligeros que podíamos
volar. Allí, el roce de tus labios era como notar las nubes entre mi pelo. Tu
dulce sonrisa reflejaba sobre mis cálidos ojos que ya te añoraban. Hoy ya no te
tengo, ya no te sueño. Atrás quedaron tus caricias sobre mi cara, no recuerdo
tus gestos al despertar. Queda lejos tus te quieros desde la ventana. Ahora las
lágrimas marcan mis días, la pena de un invierno que solo deja fríos lamentos.
Mi añoranza recupera algún momento en el que tu mano agarraba fuertemente mis
dedos. No te pienso, solo sufro en este silencio que me mata y me grita, que me
engaña y me golpea hasta el inhóspito infierno. No quiero que vuelvas, solo que
recuerdes aquellos momentos en los que vivía rápida y fugazmente, aquellos en
los mi sonrisa se dibujaba en el viento. Solo tu aroma era un sentimiento, un
amor que deja de ser un océano para convertirse en dulce lluvia sobre la arena.
Pero aquí sigo en nuestro escondite, donde venías a susurrarme que no hay
límites para los sueños. Esta vez te
espero como las estrellas imaginan la oscura noche para encontrar su momento.
No me pidas que me calle si solo puedo llorar sin desconsuelo, imaginándome mi
cuerpo sobre tu cuerpo. Un cuento de princesas de felicidad incalculable se
convierte hoy en algo incierto, ya no existen risas ni perdices, solo puro
recuerdo.
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