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miércoles, 2 de julio de 2014

Hoy he decidido...

Hoy he decidido dejar de respirar, dejar de sentir el compás de mis latidos al unísono de mis suspiros. He decidido probar suerte, echar un pulso a la cara afable de mi desgracia. Hoy he decidido dejar de sonreír, terminar con las forzadas muecas de mi rostro, esas que reflejan una felicidad irreal, es hora de mostrar la tez albina de mi catastrófico cosmos. Hoy he decidido dejar de caminar, parar los pasos que se mueven sin fuerza, tan solo guiados por la monotonía del viento, pasos burlados por las señales que me desorientan, altos en el camino para recuperar una respiración cargada de recuerdos lacerantes. Hoy he decidido dejar de pestañear, no volver a abrir mis ojos al mundo, resguardarme en la oscuridad de mis sueños, alimentándoles con la fuerza de mis deseos, sueños que pintan una vida quimérica, donde la mágica inocencia de mi ser se siente diferente, como una muñeca rota que pasea por nubes de plástico, nubes que esperan y me recogen, me protegen y construyen una realidad demasiado imperfecta. Hoy he decidido dejar de escuchar...de escucharte, empezar a disfrutar del silencio de mis sentimientos, olvidar tus palabras mudas, tus te quietos nunca dichos, no quiero oír tus versos inconexos que lanzas como puñales contra mi alma, sonidos, letras,... ficticio puzzle de piezas perdidas, piezas hipotéticas, finales ilusorios que no somos capaces de ordenar, ni tú ni yo pudimos arreglar nuestro desordenado universo que se reta con el sordo destino que hoy tampoco quiso escuchar nuestras miradas. Hoy he decidido dejar de soñar, dejar de vivir con tus latidos, dejar de mirar desde tus ojos, dejar de fantasear con un mundo que solo se mueve con la fuerza de nuestros besos.


Hoy he decidido dejar de quererte.



¿Acaso se puede vivir sin respirar? ¿Se puede dejar de sonreír cuando tus ojos atraviesan mi mirada? ¿Se puede tal vez dejar de correr hacia ti con pasos lentos, cuando el viento comienza a trazar tu silueta? ¿Se puede dejar de escuchar tus palabras que son poesía para esta loca bibliófila?



Vuelvo al mismo lugar donde te vi la última vez, vuelvo a prometerme de nuevo que dejaré de quererte, como una margarita que se desoja pétalo a pétalo, y al terminar otra nueva comienza la cadena interminable, donde ni ella decida, ni yo decido... donde nuestros destinos son idénticos, una destrucción sin decisión.