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viernes, 14 de octubre de 2011

Te has montado en el bus como cada mañana. Tras llenar tus manos de crema y quitarte la bufanda, sacas tu novela de ciencia-ficción. Tu música te margina del bullicio de la agonizante mañana de lunes.

Notas tu corazón sobresaltado. Levantas tu mirada. Es él. Las miradas se cruzan. No le habías visto nunca, pero sin embargo no quieres que pase un día más sin verle.

Refugias tu mirada en el libro... tus ojos buscan un párrafo escondido que no lo logran encontrar. No puedes leer, solo piensas en volver a mirar.

Lo haces. Él lo hace. Te sonrojas y añoras ser humo para poder seguir mirando sin vergüenza. Solo puedes volver a esconderte entre las comas de tu libro.

Desgraciadamente tu sonrisa incontrolable se apodera de tu boca. Te preguntas qué estas haciendo. Es demasiado tarde, no puedes creertelo pero la locura momentánea se ha sentado a tu lado. Intentas mirarla vizcamente por no echarla a patadas antes de que él cruce por tu lado. Quieres reir, quieres gritar,...solo quieres imaginar pero quieres mostrarte comedida.

De nuevo es tarde, comienzas a imaginar su nombre, reproduces su voz en tu cabeza, reconoces su olor, memorizas su sonrisa, ...

Su camino hacia ti te parece lento, llevas 5 segundos mirándole, crees conocerle de siempre, es él. Quieres que este momento siga reproduciéndose en cámara lenta. Se acerca, pero no tanto como tu locura creía. Pasa de largo y esta vez no puedes girarte.

Tu trayecto ha llegado a su fin, ha llegado tu parada. Te levantas sintiéndote preciosa, presumida, coqueta,...sabes que él te está mirando. Crees estar protagonizando la película de amor mejor vista hasta entonces. Le miras y ves reflejada tu sonrisa en el cristal de las puertas.

No le volverás a ver nunca más... Será la historia de amor más corta, será la historia de amor más soñadora.

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