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domingo, 22 de diciembre de 2013

Regreso a la Navidad

Normalmente llegadas estas fechas, la gente hace una valoración de lo que ha sido el año que dejan atrás, buenos y malos momentos sumergen en una copa de champán, deseos para un año que esta por llegar que colocan dentro de sus zapatos bajo el árbol de Navidad.

Pero hoy mis recuerdos han viajado demasiado, como Christopher Lloyd en su De Lorean me he sumergido en el pasado para revivirlo de nuevo. Preparados, listos, ya! Al llegar parece una Navidad más, aún no se de qué año se trata. Entro en el salón, mi madre estrena el mantel navideño que aún coloca cada año, está impecable, blanco con uno motivos navideños rojizos por todo el contorno, la vajilla está reluciente, se respira una ilusión virgen, como que fuera la primera Nochebuena juntos. En el sillón está ella, sentada esperando la hora de cenar, a pesar de ser las 7 de la tarde, año tras año, como de costumbre se anticipa demasiado a la hora de la cena, pero de este modo a la abuela la dará tiempo a poner un poco nerviosa a mamá y sobre todo, mirar el belén para buscar al Niño Dios. Reconozco que es una labor titánica, nuestro niño es muy chiquitín para las dimensiones del Belén. La abuela lo coge y lo mira con lástima intentando reconocer en ese trocito de barro una figura del belén, levanta la vista y dice: Os voy a comprar un niño nuevo!

De pronto suena esa música tan familiar y como no, papá junto al tocadiscos (mi padre con su tocadiscos siempre ha ido el tío más feliz del mundo), es el único día del año que le pone en marcha, el aparto sufre los achaques de la edad, pero con la maña que le caracteriza, siempre logra que los villancicos acaben sonando. Ahí está ese vinilo octogenario, mi hermano me mira buscando consuelo, los Pedroches. Algunos tal vez no sabréis de que grupo se trata, pero esos son los villancicos de mi infancia que siempre me han provocado un extraño sentimiento amor-odio, es raro escuchar a unos cordobeses en plena Castilla pero entre risas, Ángel y yo siempre acabamos cantando algunos versos...

Son las diez, mamá comienza a sacar multitud de platos a la mesa, comienza el contrarreloj Martínez, disponemos de una hora y media para comer primeros y segundos, postres y turrón, copa de champán y felicitaciones varias. El abuelo sabe que pese al entrenamiento anual, no logrará objetivos, la abuela lleva siendo la campeona los últimos 12 años, implacable! Capaz de comer y hablar a la vez, ambas cosas a una velocidad espectacular. 

El frío de esa noche es un frío especial, salimos con el tiempo justo para ir a Misa, pero vamos buscando la estrella que nos guíe hasta Santa Marina, El Niño ya ha nacido y en mi familia hay ganas de celebrarlo, ganas de cantar villancicos, de adorar al niño, a poder ser el negrito. Y de pronto, ese frío se convierte en un calor de hogar, la hoguera en la plaza, todos alrededor con un pequeño vaso de vino y unas pastas. No tengo hambre, pero es imposible no comer nada, el momento lo pide, hay mucho que celebrar, la gente se acerca a felicitarte. Miro para atrás y no veo a mi hermano, espera, tampoco a mi abuelo... Han ido a ver si Papa Noel ha llegado! El pobre abuelo siempre a prisas, la comida, la salida de misa... Pero Ángel es El Niño de sus ojos, lo llevaría a Laponia si hiciera falta. Mis abuelas en cambio se cogen del brazo, mientras visualizan los polvorones y turrones que les están esperando, el dulce y ellas es algo indisociable. Al llegar a casa, Ángel corre hacia mi para traerme el regalo que Papá ha dejado para mí, me emocionó al ver su cara de ilusión que nos contagia al instante a todos los presentes. Mi abuelo le mira orgulloso, recordando las veces que le llevaba a pasear a la estación de trenes en la su silla de palillos para que viera los trenes.
 
Papá decide encender los diversos apartados acuáticos que tiene en el Belén, su pasión belenística siempre ha prometido, llego a hacer una tabla especial para poner encima de los muebles del salón, y cada año nos subía al monte a recoger un poco de eso que no se debe coger ya...(los que ponéis belenes ya me entendéis xD). Papá el belén, mamá el árbol y decoraciones varias, blanco y dorado, azul y plata, rojo y dorado... Siempre a la moda, este año se lleva el dorado Silvia! Pero al dirigirme a la puerta veo que hay algo con lo que la moda no ha acabado, el calcetín de la puerta! Está lleno de chocolatinas, Papá Noel es todo un detallista y conoce mis gustos por los cigarrillos y los paraguas de chocolate, que con suerte no llegarán a mañana.
 
Enciendo una vela de la entrada, para que no se olviden que estuve allí, seguro que cuando regresé habrá una encendida por la abuela, para que no nos olvidemos que ella sigue allí.
 
El Niño Dios había nacido esa noche y había vuelto un año más a nuestra casa para llenarla de alegría y de esperanza, nos había vuelto a unir en una misa mesa, en la que siempre será fácil recordar los buenos momentos que pasamos en ella. Mi tiempo en el pasado comienza a agotarse, pero quiero escuchar un Villancico más junto a todos ellos, un poco más de ese calor tan especial que transmite mi casa esa noche.
 
 
Deseo que todos vosotros paséis unas felices fiestas, que cojáis vuestros recuerdos navideños y los convirtáis en un presente en estos días.









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